domingo, 7 de agosto de 2011

GRANDEZA.

Esta tarde quedé conmovido con algo que viví en la calle y quiero compartirlo con todos ustedes. Esto pasó:


A través de mi perro, como puente de la situación que viví, pude tener un cimbronazo que me hizo volver a situarme en la senda de valorar realmente las cosas importantes de la vida.
Caminado a casa este domingo y después de haber dado un largo paseo dominical como el que semanalmente realizamos Boro y yo, mi mascota se adelanta unos metros y cuando llego adonde él estaba lo vi con una Sra., que suelo ver muy seguido y que vive en la calle mendigando y pidiendo la ayuda de todo el que pase por ahí, comiendo algo.
El tema es que Boro estaba comiendo un gran pedazo, algo así como la mitad, de un sándwich de matambre casero que la Sra. le había dado.
Yo sin saber que ella lo había compartido con mi perro le pedí disculpas (pensando que él se lo había robado) y ella me dijo que lo vio con hambre y que por eso le dio la mitad de su comida. Boro a todo esto ya se había comido ese regalo y estaba como loco con la mujer, festejándola y moviéndole la cola.
Enseguida pensé que hacer y aunque no sea lo más original o algo digno de contar le compré media docena de empanadas calentitas y cuando fui a llevárselas, ella le quiso dar una a Boro porque decía que lo veía con “carita de ganas”. Y sí, era cierto, ya que él estaba con ganas de sacarle una. Pero eso ya es otro tema.
Claro que no se lo permití y le agradecí su generosidad hasta que por fin la pude convencer de que no se la diera ya que insistía y parecía no querer entrar en razón.
Finalmente aceptó y se quedó, sonriendo, con las empanadas que comenzó a comer.
Conté la historia completa para mostrar algo. No que mi perro come todo lo que encuentre a su paso ó lo que le den cuando va por la calle, ni que yo le compré unas pocas empanadas a la Sra. en reposición de lo que mi perro le había comido. Sino para destacar y demostrar que la generosidad puede estar en todos lados sin importar el nivel cultural ó la clase social, ya que teniendo en cuenta a esta hermosa abuelita (es de edad avanzada o al menos eso aparenta) que vive en la indigencia, porque es así y no hay otra definición para puntualizar su estilo de vida, que compartió con mi perro, CON UN PERRO, parte de la poca comida que tenía no puedo dejar de sentir que puede aparecer en cualquier "alma que anda por la calle", definitivamente. Y yo hoy tuve la suerte de descubrirla ahí nomas, en una Sra. que suelo ver diariamente y que quizás nunca había reparado en ella realmente.
Es así. Cada día podemos tener la suerte (entiéndase desde el lado que lo planteo a este tema de la “suerte”) de vivir este tipo de experiencias que sin duda nos hacen poner los pies sobre la tierra si habíamos volado un poco, en nuestro inconformismo o desaliento diario, y valorar realmente lo que uno tiene, dándose cuenta de que todo lo demás (a nivel material), es en cierto punto un accesorio y que lo bueno y verdaderamente valioso está dentro de uno, en la forma en la que nos movemos y en las cosas que nos nacen de adentro y que en definitiva nos definen como personas de bien, amén de tener un poco más o menos que los demás.
Si hay grandeza, poco importará el dinero, la riqueza y la ostentación para que se note en las personas.
Si hay grandeza aflorará de cada uno de nosotros como surgió de esta Sra. que protagoniza la historia que vivimos hoy mi perro y yo.

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