domingo, 16 de octubre de 2011

"El día de..."

Es muy estipulado, al menos para mi, todo este tema de otorgarle un día al festejo de diferentes ítems y es por eso que desde hace mucho tiempo, creo que desde que tengo memoria, siempre me han pasado sin mayores significaciones personales estos días "festivos".
Es cierto que por estar dentro de la sociedad y formar parte de ella, esencialmente de la sociedad moderna, adhiero (hasta cierto punto) y respeto estas celebraciones; sólo que me gusta diferenciarme del resto de las personas que las esperan y cuando llega "el día de..." dan muestras afectivas, verbales y económicas desmesuradas en muchos casos o al menos exageradas y acentuadas como si la imposición de la fecha (en algún momento de la historia) por sí sola generase esos desbordes que no se producen en otros días del año.
En mi caso es igual y ya sea el día de la madre, el día del padre, el día del niño, el día de navidad, etc., los celebro, es decir me sumo y saludo o hago lo que el resto de la gente hace, regalar; aunque internamente no me mueven un pelo ninguna de ellas.
Siempre soy de la misma manera y no es que en esos días hay por ejemplo, una indulgencia ante rispideces existentes, una demostración excesiva de afecto ó un interés desmesurado por exteriorizar cosas que durante el resto del año no afloran. Sólo adhiero indefectiblemente en cada fecha al regalo de obsequios, y sí, en ese punto cedo ante las celebraciones porque quizás los regalos hacen gala de estas fechas y se los espera. Para mí, que pasan desapercibidas sea la festividad que sea, regalar (algo que me gusta) no supone un detrimento a mis convicciones.
Sólo excede este comportamiento de mi parte (para darle un nombre a la postura que asumo frente a las celebraciones del "día de...") el día de los cumpleaños de la gente que conozco, donde sí me gusta saludar y estar presente al menos desde la salutación pero hasta ahí, tampoco es que me encantan las reuniones y los festejos excesivos y todo eso. Un poco, pero hasta ahí, no mucho más.
En fin, cada uno "es como es", como se ha ido formando o como ha optado por ser y nadie puede poner en tela de juicio la forma en la que nos movemos frente a los diferentes eventos que se nos cruzan en el camino de la vida cuando eso sólo nos ataña a nosotros y no sea algo que influya negativamente sobre los demás.
Si gustan de los festejos, festejen. Si prefieren otra cosa, adelante. Pero hagamos lo que realmente deseamos y queremos hacer. Aquello que uno espera y no aquello que los demás esperan o que uno cree que los demás esperarán de uno.
En definitiva, cada cual es dueño de su vida, sus acciones y sus decisiones. Eso sí, aceptando todo lo que los demás quieran, deseen y hagan porque además de dueño de nuestras vidas somos libres y cada cual puede y debe hacer lo que quiera.

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